La obra de Zanele Muholi debe describirse como Activismo Visual, y es un testimonio de las atrocidades del racismo, los crímenes de la heteronormatividad y la necesidad de romper con visiones heredadas del colonialismo: imagines y narrativas tan incrustadas en nuestros tiempos contemporáneos, que ni siquiera nos damos cuenta que existe. Lx artistx prefiere el…
La obra de Zanele Muholi debe describirse como Activismo Visual, y es un testimonio de las
atrocidades del racismo, los crímenes de la heteronormatividad y la necesidad
de romper con visiones heredadas del colonialismo: imagines y narrativas tan
incrustadas en nuestros tiempos contemporáneos, que ni siquiera nos damos
cuenta que existe. Lx artistx prefiere el pronombre ellxs como un ejercicio en
ir mas alla de la dualidad de genero que se nos impone desde siempre. Su obra
es un tobogán de imagenes, preguntas y emociones, desde momentos de intima
ternura hasta la fragilidad de querer ser como se es, en una cultura donde la
“violación correctora” se ha aceptado como tratamiento. Lxs artistxs
cuestiona las imágenes de las Mujeres Africanas apropiadas por el colonialismo
y la mirada de occidente que tienden a reproducir la heterosexualidad y el
patriarcalismo blanco, mediante una serie de ataques que destruyen esta llamada
normalidad en mil pedazos.
De suerte fui con mi amiga Carmen Lamberti, pues para las dos que compartimos
tanto el quehacer artístico como la Latinidad y la hibridez de ser
descendientes de esclavos africanos, mezclados con sangre indígena y además
migrantes, estas preguntas sobre la identidad y la representación de nuestra
identidad son mas que relevantes. La exhibición induce al espectador a
preguntarse, quien soy yo, cual es mi identidad, como se me representa, y por
quien, como me represento a mi misma, en las redes sociales, en los filtros que
uso en instagram, porque y como se manipulan estas imágenes. Todo esto resulta
ser una cuestión política. Por ejemplo, en Colombia, ser llamado “un
indio” o “una india” es una ofensa. El rechazo ancestral a
nuestra propia cultura esta tan incrustado, y a pesar de las modas que se
apropian de las estéticas Wayuu o Arhuaca (las mochilas multicolores que nos
enorgullecen tantos), lo que si resulta claro es que esos indios no son
“gente de bien”. Las protestas de las ultimas semanas han mostrado el
odio visceral a esos otros, que somos los mismos, que ni siquiera es cuestión
de religión o de etnicidad.
Porque la ironía es que en Colombia todos nos vemos muy parecidos: morenitos, bajitos, sonrientes. El
proceso de mestizaje fue rápido y efectivo, a razón del tipo de colonialismo
que venia con tipos solos (ex-convictos, aventureros, maleantes…. los
llamados y celebrados “conquistadores”) que vino a explotar, violar,
saquear, profanar todo lo que encontraron en nombre de una España recién
unificada bajo la religión católica y el idioma español. Si bien esto todo es
una herencia que nos ha hecho quienes somos, la historia necesita ser revisada
y cuestionada, y la acción de los grupos indígenas en tumbar las estatuas de
los colonizadores, es solo el principio de una deuda ética y social que yace en
el centro de la situación de desigualdad y discriminación que vivimos.
“Ay pero en Colombia no hay racismo!” dicen muchos… pero nos atrae la estética
de la rubia de ojos azules, el pelo planchado, para sacar cualquier indicio de
herencia africana. Somos devotxs de las estéticas prestadas que gobiernan el
cuerpo de la mujer hasta extremos tales que la industria cosmética y de cirugía
es una de las mas rampantes, y menos reguladas de nuestro país. Mientras
observamos las imágenes de Zanele Muholi que destacan la negritud, los afros,
los peinados y una belleza tan propia de los pueblos africanos, uno también se
pregunta por nuestra propia belleza. Mas aun, es darse cuenta que nuestras
nociones de belleza son prestadas, importadas y cuestionarse hasta que punto
estas técnicas de disciplina invisibles resaltan el mensaje de la desigualdad,
que lleva a la discriminación, la segregación y el odio. A cuento de que? Las imágenes
de estx artistX resaltan las identidades que no se muestran en las revistas,
pero son las que existen, las que brillan, y con técnicas visuales de gran maestría
se presentan orgullosas y raizales, en este templo del arte moderno en
occidente, la Tate Modern…. la ironía continua pues Tate&Lyle la marca de
azúcar conlleva una historia oscura de esclavitud y explotación, pero dejemos
eso de lado. Lo interesante de la exhibición es resaltar esas otras
identidades, las opciones en una gradación de genero mucho mas rica que la
binaria establecida, los performances y las nociones de diversidad y fluidez en
la noción de belleza.
Paralelo a su trabajo de exhibición visual de esos muchos Otros, lx artistx ha estado
comprometidx con los movimientos sociales de las comunidades lesbianas, gays,
queer, transexual, intersexuales, sin genero y asexuales, documentando tanto
sus vidas, como también denunciando los abusos y los crímenes que se siguen
cometiendo contra estos grupos. La sala central de esta exhibición, titulada
Caras y Fases, esta dedicada a todas estas personas, que por el solo hecho de
atreverse a SER se convierten en objetivos sociales. Retratos que muestran la relación
entre artistx y sus sujetos, una relacion de confianza y de cuidado, que se
revelan en estas fotografías. También se trata de documentar eventos públicos
como marchas, funerales y protestas, con tal compasión y ternura, respeto y emoción
que uno se siente totalmente involucrado y estas vidas se convierten en parte
de mi vida. La fotografía social y activista hace parte de este afán de no
dejar “desaparecer” o “borrar” dichas identidades. Un
detalle brillante en la curaduría de la exhibición es que a las hileras de
retratos, se ven huecos, ausencias, fantasmas… son aquellos que ya no están,
que han sido borrados, pero que en su ausencia también nos recuerdan la
vulnerabilidad de ser quien se es a pesar de la tiranía heteronormativa y
racial.
Otro aspecto interesante es el uso del lenguaje propio de lx artistx, que se mezcla
con el ingles colonial, y que presenta una nueva dimensión en la identidad de
los sujetos. Es que durante el apartheid, obligaban a la gente a cambiar sus
nombres africanos por nombres que pudieran pronunciar los blancos. Esa situación,
que me sorprendió bastante cuando empecé a enseñar en el reino unido, también
es adoptada por estudiantes internacionales: no se si es para evitar la tortura
de sus nombres originales, o para adaptarse a los nuevos lugares, lo cierto es
que uno debe hacer un esfuerzo para entender y para que le entiendan su propio
nombre.
Esta exhibición es realmente un abre ojos, sobre todo en el tema que subyace a las
recientes protestas, quienes somos? porque unos son mejores que otros? porque
hay discriminación y porque no tenemos los mismos derechos? Hay una deuda, y también
a través del arte, de este artivismo – como el activismo visual de Zanele
Muholi, que podemos empezar a proponer estos diálogos, y a reafirmarnos como un
pueblo orgulloso, valiente y merecedor de un futuro.
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